Anoche estuve de cena de Navidad, y después bailando y bebiendo. Cuando terminó la juerga me fui para casa, y a medio camino me entraron ganas de mear. Eran las 3:30 de la mañana y según un termómetro de una tienda hacía -3 grados centígrados. Me puse a buscar un sitio discreto en la calle por la que iba, para hacerlo tranquilamente. Pasé al lado de una pista deportiva bordeada por cipreses, y en un hueco aproveché para trepar la valla y saltar por dentro. Caí en una zona de cesped bordeada toda ella por los cipreses, que junto con la ligera niebla y la poca luz que había le daban un aspecto fantasmagórico. Terminé de mear, y caminé unos metros, y entonces pensé que era un sitio muy original para hacerse una paja.
Me bajé los pantalones y los calzoncillos boxer hasta los tobillos, y me puse de rodillas en el cesped sentado sobre los talones. Mi pene tenía un tamaño minúsculo, por el frío, así que comencé a menearlo con la mano. En pocos segundos creció hasta alcanzar una buena erección. Seguí meneándomelo de esa forma, y después de un rato me di cuenta de que no estaba progresando nada. No sentía placer ni veía cerca la hora de correrme. Intenté recordar algunos momentos de la cena, recordando lo buenas que estaban algunas de las chicas que había por allí, pero fue inutil, iba un poco borracho y el alcohol me impedía pensar con claridad. Así que aceleré el ritmo, y después de unos minutos me corrí sobre la hierba.
Casi no lo sentí, y no fué muy abundante tampoco, pero me gustó hacerlo en ese sitio tan diferente.
3 comentarios:
me hubiera gustado sorprenderte alli, pajearnos y regar el cesped con nuestras lefas mezcladas
Mepones tio comprate un gato, ke se hace askeroso ver siempre tus comentarios cuando vas a decir algo.
no lo habia pensado, funciona bien lo de hacerselo con el gato, anonimo?
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