martes, marzo 25, 2014

Una chica peculiar

La conocí en un chat, y hemos estado hablando por Skype los últimos días. Finalmente, me invitó a visitarla en su casa. Llegué y me abrió. Iba vestida con unos pantalones vaqueros y una camiseta negra con los hombros ligeramente descubiertos. Nos habíamos visto por cam, pero en vivo era mucho más guapa. Tenía los ojos marrones, el pelo castaño oscuro hasta los hombros y como ahuecado, y de constitución media, ni gorda ni muy delgada. Fuimos al salón y estuvimos charlando un rato mientras nos bebíamos una cerveza. Ella me había advertido que era muy cortada y que tendría que tomar yo la iniciativa, así que en un momento dado me acerqué mucho a ella y comencé a besarla en la boca. Nos estuvimos besando mientras le acariciaba el pelo, el cuello y empezaba a hacerlo también con sus pechos por encima de la ropa. Entonces, nos levantamos y fuimos a su habitación. Estaba en penumbra iluminada por una pequeña lámpara, la cama era baja y estaba hecha con un edredón y unos cojines. Se sentó y comenzó a quitarse los zapatos. Yo hice lo mismo y a continuación seguí besándola, mientras mis manos se lanzaban a acariciar sus pechos por encima de la ropa, y luego por dentro. Empecé a quitarle la camiseta, y ella se la quitó por encima de la cabeza, quedándose en sujetador. Seguí besándola, e introduje una mano dentro de su lencería hasta que rocé un pezón y ella dió un respingo. Intenté desabrochárselo pero no pude, y fue ella también la que se lo quitó, dejando libres sus pechos. Eran pequeños, pero con unos pezones que no tardaron en ponerse respingones cuando empecé a acariciarlos con mis manos y mis dedos. Seguí besándola mientras mis manos acariciaban sus pechos, su cintura, sus hombros, su tripa... Empecé a meter mi mano dentro de su pantalón, y al final nos lo quitamos, quedándonos en bragas y calzoncillos respectivamente. Seguí acariciándola pasando mis manos por sus caderas, sus muslos y la cara interna de estos... Luego seguí de nuevo por su cintura y su tripa, y me acerqué al borde de sus bragas, y avancé lentamente hasta palpar su vello púbico. Comencé a quitárselas, y ella se las bajó del todo, quedándose completamente desnuda. Eché un ojo a su cuerpo, y me gustó lo que vi. Al parecer estaba un poco acomplejada con él, pero a mi me pareció precioso: sus pequeños pechos con los pezones erectos, sus piel suave, su vientre plano, sus generosos pero no excesivos muslos... un cuerpo bonito. Nos recostamos mejor sobre la cama, y mis caricias exploratorias siguieron por los nuevos territorios, pasando por su pubis, la cara interna de sus muslos, la parte a ambos lados de su sexo... siempre sin tocarle directamente "ahí". En un momento dado, mis dedos empezaron a jugar con sus labios y su clítoris. Ella dió un suspiro cuando lo hice, y seguí aventurándome metiendo un dedo en su coñito, que estaba húmedo y caliente. Entonces bajé dándole besitos en los pechos, la tripa, y el pubis hasta su sexo. Lo tenía depilado por los lados, pero con el vello púbico sin rasurar. Ella me advirtió de que no lo llevaba depilado, pero a mi me gustaba así como lo tenía. Empecé a pasar mi lengua por él, recorriendo el clítoris y los labios vaginales, dándole lengüetazos y absorviéndolo. Ella suspiraba y suspiraba. Mientras seguía con mi lengua, le metí un dedo y empecé a meterlo y sacarlo, y por un momento seguí solo con el dedo mientras me retiraba a admirar el panorama. Desde donde estaba, con mi cara entre sus muslos, podía verla con la cabeza hacia atrás, mientras sus pechos subían y bajan por efecto de la respiración y los suspiros. Seguí comiéndoselo un poco más, y entonces volví a subir y me eché al lado de ella cogiéndola entre mis brazos. Cogí un condón de los que había traído, y me lo coloqué en mi pene erecto desde hace rato. Me situé encima de ella y lentamente la penetré. Hubo algo de dificultad, porque súbitamente había desaparecido la humedad de su coñito, y hubo que hacer un par de intentos para encontrar el camino sin lastimarla. Finalmente entré en ella y comencé a moverme. Ella comenzó a gemir, y pasados unos instantes me corrí, muy pronto para mi gusto. Me eché al lado de ella y seguí acariciándola y dándole besitos mientras la abrazaba. Me dijo que no hacía falta que siguiera, que a ella le costaba muchísimo llegar a correrse pero que disfrutaba igualmente con lo que hacía. Nos quedamos unos momentos así abrazados, tapados con el edredón, y hablando de cosas... Después de un rato, mi pene comenzó a ponerse otra vez erecto y ella lo notó y lo acarició con la mano por debajo del edredón. Yo empecé a hacer los mismo y mis dedos volvieron a jugar con su sexo. Le metí un dedo y comencé a moverlo, mientras al hacerlo rozaba su clítoris con la palma de la mano. Ella empezó a gemir y a suspirar, mientras se retorcía de placer. En varias ocasiones debió ser tan intenso que le dieron como temblores y daba algún que otro grito. Estuvimos así un buen rato, me gustaba verla disfrutar. En un momento dado, volví a notar que la humedad desaparecía, así que intensifiqué la labor de mis dedos, metiéndolos y sacándolos con más rapidez y retorciéndolos dentro. Volví a notar como se humedecía, y aproveché para ponerme un cóndon. Le dije que se pusiera ella encima, y así lo hizo, colocándose a horcajadas mientras guiaba mi pene dentro de ella, hasta que le entró todo. Se quedó así, y comenzó a mover la pelvis hacia adelante y hacía atrás, rozando su clítoris con mi pubis. Después se sento dándome la espalda, pero no nos aclarábamos muy bien con esa postura y se acabó echando de lado. Me puse a follarla así, con una pierna suya levantada mientras la penetraba tumbado de medio lado. Finalmente, volvimos a colocarnos en la posición del misionero y fui aumentando la velocidad de mis embestidas hasta que me corrí, mientras ellas daba al mismo tiempo unos gemidos muy altos. Nos echamos abrazados uno al lado del otro, nos dimos besos tiernos, y nos dormirmos...