domingo, mayo 10, 2009

Puesta a cero del contador

Hasta hace poco en la columna de la izquierda había un contador que indicaba los días que llevaba sin tener sexo con una fémina. Hoy he podido por fin resetearlo y ponerlo a cero, cuando llevaba contado casi un año y medio.

Ayer (hoy) lo hice por fin con una amiga a la que conozco desde hace más de tres años. Esta amiga es otra distinta a aquella otra de la que hablé por aquí, de la que por cierto no se nada desde hace un año.

La acompañé a cierta actividad lúdica en la que estábamos muy apretados y habíamos bebido bastante cerveza. Durante casi todo el rato estuvo con sus pechos pegados a mi, y yo con mi miembro duro, hasta que finalmente nos enrollamos. Después, la acompañe a su casa y en el portal de la escalera nos dimos un beso de despedida... solo que finalmente no me despedí. El beso se volvió muy pasional, y casi temblando abrió la puerta de la escalera y entramos. Subimos al ascensor besándonos hasta que llegamos al piso y entramos.

Fuimos directamente al salón, encendió una luz de poca intensidad y nos sentamos en un sofá. Continuamos besándonos y ella se sentó sobre mis piernas mirando hacia mi, mientras no parábamos de morrearnos. La respiración se aceleraba, y las manos se iban a recorrer el cuerpo del otro. Ella acariciaba mi pecho, y yo hacía lo mismo con los suyos, metí mi mano debajo de su camiseta y acaricié sus pechos por encima del sujetador. Luego metí las manos por debajo de esa prenda sin quitársela todavía y toqué la suave piel de sus pechos y pellizqué los pezones, haciendo que se estremeciera mientras se le ponían duritos. Le quité la camiseta y lo intenté con el sujetador, pero tuvo que ayudarme ella para conseguirlo, soy un poco torpe con eso. Entonces, pude por primera vez ver sus tetas, que eran redondas, firmes y de volumen generoso, en una palabra, preciosas. Puse mis manos sobre ellos y se los masajeé suavemente haciendo amplios círculos, y mientras lo hacía se acerco y me susurró al oido: Te deseo...

Mientras seguíamos morreandonos con besos cada vez más húmedos y lascivos nos recostamos en el sofá, y aproveché para pasar mi lengua por sus pezones, dándole de vez en cuando algún mordisquito, lo que hacía que su respiración se hiciera más agitada. Su mano empezó a rebuscar dentro de mi pantalón, hasta que encontro mi polla que hacía rato que estaba dura como una piedra y chorreando líquido preseminal. Trató de agitármela pero tenía todavía el pantalón puesto y no pudo hacerlo muy bien. Yo intenté lo mismo metiendo mi mano en su pantalón, pero cuando ya tocaba su vello púbico con la punta de mis dedos me detuvo en seco.

Entonces nos levantamos, y nos dirigimos a su habitación. Cerro la puerta y casi sin mediar palabra se puso a desabrocharme el cinturón y el botón del pantalón, haciéndolo caer al suelo. Yo hice lo mismo con el suyo, la agarré de la mano y la llevé a su cama. La habitación estaba a oscuras pero entraba luz de la calle. Echados en la cama nos seguimos besando mientras nos abrazábamos y nos retorcíamos fundidos en uno. Bajé mi mano hacia su sexo comencé a acariciárselo, y metí un dedo en su húmedo agujero. Su respiración se aceleró y me pidió que siguiera, en incluso guió mis movimientos para que mis dedos entraran más y más en ella. De nuevo se acercó a mi oido y me susurro: Quiero hacer el amor contigo, quiero que me la metas. Abrió un cajón, sacó un condón, y me lo puso en la polla. Yo estaba gratamente sorprendido por su iniciativa, cuando íbamos en plan de amigos no me hubiera imaginado que fuera tan activa en la cama, jejeje.

Se tumbó de espaldas y me dispuse a penetrarla. Acerque mi polla a su vagina y, raaas, se la metí toda de una vez. Creo que fuí un poco brusco porque dió un respingo, pero enseguida empezaron los movimientos y ella empezó a jadear. Cuando llevaba muy poco rato "bombeando", no pude evitarlo y me corrí, de tan caliente que estaba. Ella me dijo que me tranquilizara, que no pasaba nada, y me comió a besos. Estuvimos unos minutos abrazados, diciéndonos cosas, y en un momento dado notó que mi polla empezaba a crecer de nuevo.

Cogió otro condón y como antes, empezó a colocármelo, aunque me dejó a mi darle los retoques finales. Volví a empezar a jugar con su coñito, que estaba mojadísimo, y despues de un poco de rato se incorporó, me dijo que me quedara sentado y se colocó sobre mí. Coloqué mi polla vertical y poco a poco se la metió. Comenzó a moverse, unas veces arriba y abajo. Otras se quedaba sentada con mi polla dentro y se movía en círculos, frotando su clítoris con mi pubis. No paraba de gemir y jadear, a veces más intensamente que otras, y otras veces de forma más callada. Me preguntó ¿Que sientes? Y no recuerdo qué le contesté, pero le devolví la pregunta ¿Y tú? Y ella contestó Te siento a tí dentro de mí. Y siguió cabalgándome un rato, hasta que me preguntó ¿Cómo vas? ¿Te corres? Y la verdad es que no, después del rato que llevábamos no sentía que fuera a hacerlo.

Cambiamos de postura porque ya se cansaba, y volvimos a la del misionero. Volví a bombear, al mete-saca, unas veces más rápido y otras más despacio. Pero nada, yo sentía gustillo pero no se acercaba el momento de correrme. Después de un rato me preguntó algo sorprendida ¿Todavía no te corres? Vaya potencia, yo ya estoy servida con tres...La verdad es que no me había dado cuenta de que se había corrido tres veces, ya que salvo los gemidos más acelerados la tía no había parado de moverse.

Así que como ella ya estaba satisfecha y yo empezaba a cansarme, paré y lo dejé ahí.
Nos abrazamos, y nos tumbamos desnudos a descansar...