Estaba la otra noche en la cama intentando dormir con un calentón del 15 cuando decidí ponerle remedio de la forma que da título a este blog. En lugar de hacerlo
de la manera acostumbrada decidí probar algo nuevo que había leído en algún sitio.
Cogí una toalla del baño, la extendí, y puse en ella un condón. La enrollé alrededor de este y le añadí lubricante. El resultado era previsible, al haber tanta zona de roce alrededor de la polla al meterla el placer es inmenso. Cuando me disponía a meterla me di cuenta de que había apretado mucho la toalla y no me entraba bien, y tampoco quería hacer fuerza para no romper el condón antes de haber disfrutado un poco. Así que desenrollé la toalla y volví a enrollarla un poco más floja. Volvía a intenar meterla pero al hacerlo la vez anterior el condón se había arrugado y ya no entraba con facilidad. Le eché más lubricante (aceite) entonces al fin pude meter y sacar la polla de manera fluída.
Me acosté encima de la toalla enrollada y las primeras penetraciones fueron increíbles, creo que la sensación era muy muy parecida a la de una vagina real (hace tanto tiempo de la última vez que casi lo he olvidado) y disfruté muchísimo, tanto que tuve que parar porque iba a correrme enseguida. Aproveché para cambiar de posición, porque me había colocado demasiado arriba de la cama y tenía que doblarme de una forma incómoda para no darme con la cabecera de la cama. Después de eso, tras unos instantes de "enfriamiento" volví a la carga. Empecé de nuevo a hacer penetraciones, pero noté que la sensación no era la misma que al principio. Seguramente al mover el rollo de toalla para colocarlo mejor se debió aflojar y aunque seguía siendo agradable ya no era igual. Probé a arreglarlo cambiando de posición la toalla, poniéndola más recta o más curba, más apretada o más floja, pero no conseguí recuperar la sensación inicial. Desistí, y continué, porque como decía seguía siendo muy placentero, y metí mi polla entre aquella tela que la rodeaban y se abrían en cada movimiento, lentos al principio, y dando luego embestidas cada vez más fuertes y rápidas. Por dos veces noté cómo se acercaba el final y me detuve momentaneamente para alargar más el momento, hasta que a la tercera aceleré el ritmo y la respiración, y me dejé llevar hasta un intenso orgasmo cuya ola de placer me recorrió la columna de arriba abajo mientras jadeaba y me quedaba casi sin respiración.
Muy buena experiencia, si sigo sin pareja próximamente lo repetiré, sin ninguna duda. El único inconveniente es que hay que perder unos minutos en prepararlo todo y luego recogerlo (condón, toalla, aceite).