lunes, junio 05, 2006

Gran pajote

Últimamente mis pajas son muy frecuentes, como mínimo una al día, y las alterno entre el tubo de goma y la forma clásica, o sea, con la mano. La de anoche fue especialmente buena. Como ya empieza a hacer calor cuando me iba a ir a dormir apagué la luz de la habitación y me tumbe completamente desnudo encima de la cama, sin taparme con las sábanas ni nada. Comencé a fantasear con el posible polvo que puedo tener con mi amiga follable dentro de unos días. Me imaginaba que estábamos sentados al borde de la cama y nos ibamos desnudando. Yo le quitaba la camiseta sin mangas que llevaba y descubría sus hombros, blancos como la nieve. Luego con cierta dificultad le seguía el sujetador, dejando al descubierto unas tetas de tamaño aceptable con enormes pezones de color rosado. Se las acariciaba con las dos manos y nos besábamos, sentados todavía en el borde de la cama. Nuestros besos se iban haciendo más lururiosos, y nos ibamos recostando en la cama. Cuando estabamos totalmente horizontales le desabrochaba el botón del pantalón y bajaba la cremallera. Entonces metía mi mano, y apartando a un lado su ropa interior palpaba su tesoro. Estaba ligeramente húmedo y caliente, pero era suficiente para desearlo con locura. Le bajaba pantalones y bragas, ambas cosas a la vez, hasta los pies, y ella quedaba desnuda encima de mi cama.

Mientras iba pensando esto mi polla se iba poniendo dura como una piedra, y comenzaba a menearmela con la mano, haciendo suaves movimientos arriba y abajo, y de vez en cuando mis dedos recogían de la punta las gotitas del liquidillo viscoso que iba brotando. A veces paraba, mantenía tensado el músculo pubocoxígeo y observaba cómo fluía más sangre al capullo, que se hinchaba un poco y se volvía de un color más intenso durante unos fugaces instantes. Me gusta mi polla, no será tan grande ni la manejaré tan bien como muchos otros por ahí, pero es la mía, y me da muchas satisfacciones.

Mi fantasía continuaba conmigo saboreando las mieles de su cueva del placer, dándole lametazos y chupadillas a su pepitilla, al tiempo que mis dedos exploraban los alrededores y entrada de su cuevecita, mientras ella apretaba mi cabeza para que no me detuviera. En un momento dado, ella soltó un gemido porque mi lengua había acertado en algún punto sumamente placentero, y eso fue como la gota que colmó el vaso de mi creciente excitación. Yo estaba todavía vestido y en un abrir y cerrar de ojos me quitaba la ropa quedándome tan desnudo como ella. Mi polla erecta deseaba cobijo, así que me situaba encima de mi compañera de cama, y la penetraba lentamente en una clásica postura del misionero. Ambos gemíamos con esa primera y maravillosa penetración, con placer y una especie de alivio, porque yo me destensaba un poco y ella abría más las piernas con gesto relajado. Entonces, muy despacio y con mucha tranquilidad sacaba mi polla y se la volvía a meter, disfrutando los dos al máximo de la sensación. Ella rodeaba mi cuello con sus brazos y me atraía hacia su boca, besándome mientras seguía con las penetraciones. Poco a poco iba acelerando, y entonces dejábamos los besos y simplemente nos contemplábamos, lascivos, mientras el mete-saca era cada vez más rápido, y nuestros gemidos más frecuentes. Finalmente me corría en un maravilloso orgasmo, y a continuación le comía el coñito a ella hasta que sus músculos vaginales comenzaban a dar espasmos mientras brotaba un liquidillo.

Mientras pensaba en eso, mi pajote iba progresando de la misma manera. Mis meneos eran cada vez más rápidos, y alternaba el arriba-abajo con movimientos circulares, tensando de nuevo el músculo para concentrar más el placer. Estuve dos veces a punto de correrme, y las dos me detuve justo a tiempo para no hacerlo. Dejaba pasar unos instantes y volvía a la carga, hasta que en la tercera ocasión me preparé para la corrida. Encendía la luz y busqué algo donde echar el semen. Cogí la tapa de un tarro de crema y la puse encima de mi tripa. Volví a coger mi polla con la mano, y empecé a darle meneos como los que había hecho el rato anterior, y al final vino. Vino un orgasmo tan intenso como hacía tiempo que no tenía, y en sucesivas oleadas de placer la tapa del tarro de crema se inundo con potentes chorros de esperma, que no llegaron a cubrirlo, pero eso no tenía ni tiene ninguna importancia.

Lo importante es que disfruté como un enano. Y solo de rememorarlo y escribirlo me he empalmado y tengo la punta llena de ese liquidillo viscoso e incoloro. Creo que voya a intenar repetir lo de anoche... perdónenme.

4 comentarios:

willardcabalgadenuevo dijo...

Muy bueno, te ha quedado muy, pero que muy bien, bonita fantasía.
A mi me tira más mirar porno, tendré que desarrollar más mi imaginación, el calorcito también ayuda lo suyo...

Ah, y gracias por el enlace!

A ver si se va animando esto...

el_mas_turbador dijo...

Sí, si yo también miro porno, en algún post antiguo lo ponía como desencadentante de la consiguiente paja. Pero esta vez fue una fantasía...

Anónimo dijo...

No se al resto pero a mí me encantaría saber qué ha pasado con tu amiga. ¿Hubo contacto carnal? Queremos detalles, estamos en ascuas...

Anónimo dijo...

ostias me la ha puesto tiesa a mi solo de leerlo tio, sigue asi